Evita cuellos de botellas al comprar una PC nueva

La caché del procesador

Si bien es sabido por la mayoría, que en lo que respecta a los procesadores debemos evaluar una serie de aspectos para definir el rendimiento que nos dará, tales como la marca y el modelo, la velocidad del reloj, la cantidad de núcleos, entre otros, también existe otra especificación que puede afectar el rendimiento.

Se trata de la caché del procesador, la cual básicamente es la memoria dedicada al procesador, y que funciona de manera similar a la memoria RAM de la PC, por lo cual la caché del procesador almacena de forma temporal distintos datos que el propio procesador requiere para brindar un acceso continuo más veloz, es decir relacionado a las tareas comunes de la CPU.

En principio, L1 es una cantidad de memoria caché muy pequeña, de alrededor de 64 KB, la cual generalmente se encuentra integrada al propio procesador. Los procesadores actuales, como es el caso de los Intel, los que especifican que tienen una memoria caché L2 es alrededor de 256 KB, en el nivel L3 es de hasta 20 MB, y en el nivel L4 de hasta 128 MB para casos excepcionales.

Si bien no podemos definir exactamente qué cantidad de caché requiere el procesador para funcionar de manera rápida, lo cierto es que por lo general necesita entre 3 a 6 MB. Por ello, es recomendable que el procesador posee mayor memoria caché, y al mismo tiempo una velocidad de reloj más lenta, ya que de esta manera será más veloz que con una configuración a la inversa.

La velocidad de disco rígido

En general, cuando estamos ante la compra de un disco rígido solemos juzgar la opción a adquirir principalmente en relación a la capacidad que la unidad posee. Este es un factor muy importante, sobre todo para aquellos usuarios que requieren de un gran volumen de espacio de almacenaje para sus documentos.

Por supuesto, también es esencial evaluar la velocidad que tiene el disco duro, ya que esto impacta de manera directa en la velocidad de la computadora. Esta velocidad se mide en revoluciones por minuto, es decir RPM, que en líneas generales lo que hace es expresar con cifras la rapidez con que gira el disco para la lectura y escritura de los datos sobre el mismo.

Estas velocidades suelen rondar los 5400 rpm y 7200 rpm, y si bien cuanto mayores son las revoluciones por minuto ofrece mayor rapidez, lo cierto es que esto debe sólo tenerse en cuenta en el caso que seamos usuarios que solamos realizar tareas intensivas de datos, pero no tanto en el uso normal de una computadora.

Independientemente de todo ello, en la actualidad lo más recomendable es optar por un disco rígido de estado sólido, conocidos como SSD, los cuales además de ofrecer una gran cantidad de almacenamiento, al mismo tiempo alcanzan una gran velocidad, y si en definitiva la rapidez es una de las prioridades que tenemos al comprar un disco, lo mejor es optar por un SSD.

La frecuencia y la latencia de la RAM

Por lo general, cuando necesitamos actualizar nuestra PC para que se vuelva más rápida, solemos añadir mayor capacidad en la memoria RAM, ya que básicamente con ello podemos conseguir un aumento en el rendimiento del equipo.

No obstante, no todas las memorias RAM son iguales, y tenemos que tener en cuenta que existen dos factores que pueden ser determinantes en la velocidad de la RAM: la frecuencia y la latencia.

En lo que respecta a la frecuencia de la RAM, la misma se mide en Megahertz, y lo que nos indica es la cantidad de datos que se pueden mover hacia una unidad de almacenamiento externo al mismo tiempo. Por ende, cuanto mayor sea la frecuencia de la RAM, mayor será la velocidad que alcance.

En cuanto a la latencia de la RAM, este factor posee mucho más impacto que la frecuencia, ya que se trata del tiempo que tarda la memoria RAM en lograr concretar una tarea específica. En este caso, cuanto menor sea el número expresado de latencia, más rápido será el rendimiento.

Además, tengamos en cuenta que en general los tiempos de latencia más bajos producirán un mejor rendimiento que una mayor frecuencia, y a menudo una mayor frecuencia puede significar también una mayor latencia y viceversa

Problemas con la temperatura

Otro de los factores que pueden hacer que nuestra computadora haya bajado su rendimiento es la temperatura, sobre todo si es una computadora genérica o que haya sido armada con piezas de gama baja. Esto es debido básicamente a que, con el paso del tiempo, los elementos refrigerantes de los diversos chips de nuestra motherboard pierdan eficiencia, y el sistema no pueda disipar el calor que generan los microprocesadores, produciendo al principio, una fuerte disminución de la performance del equipo, y luego fallas catastróficas.

Todos los componentes de una computadora, así como tienen requerimientos mínimos y máximos de consumo eléctrico, también tienen requisitos de temperaturas de funcionamiento. Cuando decimos todos, son todos, y debemos incluir los discos duros, tarjetas de video, audio, procesadores y chips controladores.

Cuando cualquiera de estos componentes llega por alguna razón al tope de su capacidad para soportar una determinada temperatura, lo más probable es que se dañe por completo, salvo en el caso que se encuentren protegidos por algún mecanismo que llegado el máximo nivel de temperatura en el que puede operar, reduzca su rendimiento con el objetivo de no quemarse. Este mecanismo de seguridad se llama “Thermal Throttling”, y ha sido diseñado precisamente con el objetivo de proteger chips y componentes electrónicos de daños fatales.

El hecho que nuestro equipo haya entrado en este estado se debe fundamentalmente a la suciedad que puede estar evitando una correcta ventilación, o que las pastas refrigerantes del procesador o de los otros chips ya se encuentren en malas condiciones debido al paso del tiempo, y por lo tanto no cumplen con su función principal, que es la permitir un mejor enfriado de estos componentes.

Para saber el estado de la temperatura de estos chips, y poder comprobar que no exista ninguna anomalía, podemos usar una herramienta llamada OpenHardwareMonitor, la cual nos permitirá conocer con exactitud si nuestro equipo tiene problemas de temperatura sometiéndolo a una serie de pruebas de estrés.

Si cualquier de estas pruebas arroja como resultado, por ejemplo, que nuestro procesador Intel está funcionando a más de 85°, o 95° en el caso de un procesador de AMD, o si nuestra gráfica opera a más de 85° si es de NVIDIA o 95° si es de AMD tenemos problemas serios de disipación de temperatura.

¡No te quedes con dudas antes de comprar una PC, consultanos!

 

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